15/4/17

¡Vive la vida!


La vida ya no es un don, sino un objeto que merece ser vivido o no. Lo sustantivo ha periclitado. Sólo queda la acción. Si no puede ser disfrutada, apurada, rebañada, mejor es desconectarla. El aborto o la eutanasia se convierten en actos de bondad. Es lo que pasa cuando se abandonan los principios, por dogmáticos e intolerantes, y se abrazan con fruición los valores, por flexibles e intercambiables. Suben o bajan en función de los criterios de utilidad, que no son sólo económicos sino también políticos y estéticos. Ancianos y niños pueden aumentar las necesidades laborales y la creación de infraestructuras educativas y sanitarias, así como incrementan exponencialmente, sin cuidados paliativos recíprocos, el gasto público. Si es un pago a saco roto, aparte de poco productivo, suele incluir el engorro molesto de la fealdad inacabable. Los comités de ética, que están al servicio de la investigación biomédica, discuten sin cesar, caso por caso, cómo evitar que el ¡hurra! del descubrimiento no acabe en un gallo de terror. La categoría -la vida- se convierte en anécdota y la anécdota -a cuál más espeluznante- en la categoría -la muerte-. Vive la vida o muérete, que te ayudaremos. 

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