Aunque
nuestra turbia época invoca con machacón servilismo términos vacíos de
cualquier sustantividad como el de excelencia, la innovación que proclama con
abducido entusiasmo no guarda otro objetivo que capar cualquier atisbo de
originalidad creadora. La Creación ha sido ya encarcelada preventivamente en
los calabozos de la creatividad.
Literalmente nada que no pueda ser descuartizado y replicado en un laboratorio
merece ser permitido. Toda definición debe ser proscrita por su arrogante tufo
a dignidad resistente. Vagarosas, las identidades se construyen por adición, por
sustracción, por alteración o por inversión. Meros ejercicios retóricos, no persiguen
ninguna utilidad. Se limitan a probar, con jubilosa furia, su eficacia autodestructiva
de toda norma moral. Exigen confundir la costumbre con la convención para
entronizar entre aclamaciones aterrorizadas la arbitrariedad como su ilocalizable
divinidad. Será ley la jungla. No una jungla virgen y feraz, sino otra,
exclusiva y total, diseñada con férreos dispositivos de ilimitada
actualización. En vista de su inalcanzable simplicidad divina, la vida humana se
empieza a ahormar en la genómica fundición de un mecano articulado según
procesos de producción, rendimiento y ahorro cuya regulación eficiente se ha depositado,
a latigazos especulativos, en manos de una ética aterida. Todo deberá sujetarse
a ciega previsión.
24/8/18
16/8/18
Salir de tu zona de confort.
De
entre las cínicas y repulsivas expresiones metafóricas que el chantajismo
filisteo suele exprimir con estreñimiento facial que, sonriente o no,
constituye un síntoma claro de que está perpetrando alguno de sus timos más
rentables, sobresale la referencia indirectamente negativa a todas esas
comodidades que en su caso persigue con avaricioso denuedo y que denuncia con culpabilidad
codiciosa en el de los demás. La que nos ocupa sintetiza mejor que muchas otras
la condescendencia desvergonzada con que se aplica a enmascarar su virtuosa
grosería. Como detesta cualquier rincón de intimidad que no pueda pisotear, en
lugar de juzgarlo, se limita a menospreciarlo sumariamente. Como tampoco ha
acabado de librarse de la escoria moralista que sigue coloreando su ética de
mercadeo, confunde adrede el esfuerzo y la austeridad con la diversión y el
derroche. Empeñada en trucar los puntos cardinales que aún puedan resistir el
asedio magnético de sus experimentos transhumanos, no deja de provocar que las
virtudes salgan al descampado donde pueda forzar, a gusto, su voluntad. Bajo la
artera hipocresía desnuda la prudencia y, tras la justicia, manosea su tiránico
beneficio. Prostituye la fortaleza por la vanidosa contumacia y, según el
capricho disipado, amordaza la templanza. Sub
angelo lucis.
8/8/18
Pasar pantalla.
Esta
expresión, particularmente estúpida, contiene una pose retro que juega a fijar
los implícitos fenomenológicos que tanto divierten el aburrimiento filisteo,
entre cuyas defectuosas virtudes siempre ha sobresalido su insuperable ingenio
para trocar en anodina cualquier estrafalaria ocurrencia que, por viciosa
ignorancia, ha acostumbrado a considerar idea. Indolentes, antes sus insomnes militantes
hacían ver como que leían un libro pasando sus páginas. En realidad,
literalmente, daban vuelta a las hojas con sus bostezos. Ahora, con un
abatimiento que desean disimular con su desencarnada defensa de la innovación,
entretienen la asfixiante espera gris y uniforme de sus insatisfechos beneficios
pasando, en pasado, contundentes y aguerridas imágenes que se suceden a una velocidad
cuanto más vertiginosa todavía menos inverosímil. Virtualmente, en imagen, se
limitan a clicar sobre un fantasmal ratón su sentenciada visión de la vida
humana. Su depredadora -y neodarwinista- concepción de la política se asemeja
así a un videojuego que difumina su brutal moralina incitando a acceder sin
descanso a nuevos niveles de dificultad para atracar bancos, atemorizar dragones
o prostituir pirañas. Con inexpresividad desencajada, con pornográfica monotonía,
con execrable buena conciencia, sus avatares ríen, lloran, gimen. Para tomar
impulso, pantalla adelante, les basta dejarse arrastrar por su enajenada inercia.
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