16/10/17

La mujer de César no sólo debe parecer honesta, sino que además debe serlo.


Sugeriría a las hordas antipatriarcales organizar un escrache digital al filisteo que, con timidez, haciendo uso de una prudente suspensión retórica, todavía se atreve a enarbolar las primeras palabras de la cita que Plutarco atribuyó al cínico Julio César. Por machista, por homófoba y por… neoliberal. Si supieran latín, se echarían las manos a las orejas antes de pegar alaridos que desgarrasen sus andrajos y sus chancletas. Mulier Caesaris no fit suspecta, etiam suscipione vacare debet. Como si no supiéramos tod@s que sospechoso es quien mira, no quien hace con su cuerpo lo que quiere. ¿Qué pasa? ¿Que el marido de su marido no es también sospechoso, o lo es más? Y, por si fuera poco, además de imponer una identidad que uno tiene derecho a construirse libremente, la frase de marras carga con la obligación de estar libre de sospecha. Adviértase el tufo judeocristiano, más sospechoso aún, de su uso metonímico, que ha desplazado la fidelidad conyugal a la honradez pública. Si a nuestro Publi@ Clodi@ Pulcr@ nadie podría reprocharle meter mano a Pompey@, siempre que sea consentido, ¡quién le recriminará a cualquier cesarill@ meter mano en una comisión acordada! Investiguemos y arrojemos luz sobre tan turbio asunto.

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