20/11/18

Luz y taquígrafos.


Aunque en aparente desuso, quizás pronto se revalorice este sencillo y falso eslogan como el producto vintage del catecismo filisteo que tiene por dogma angular la transparencia. Tal binario sinestésico mantiene con él una deuda inexpugnable. Visualiza deslumbrante la relación táctil entre la política y la corrupción económica bajo la que sirve con incómoda docilidad. Con su odio servil y complaciente alimenta, imperioso, la insaciable voluntad de ignorar la realidad conociendo hasta su más intrascendente detalle aleatorio. Con su aire retro mantiene la ilusión proba e ilustrada de eficiencia administrativa que permita cualquier atropello reglamentado. Dado que su objetivo consiste en registrar, empaquetar y almacenar la evidencia informe de su propia búsqueda, el procedimiento obliga, desengañadamente paródico, a crear toda suerte de comisiones cuyos miembros no cesen de emularse gesticulando histéricos e histriónicos, a fin de que así quede justificada la grabación de sus muecas y de sus contorsiones, de sus gritos y de sus desplantes, como la única sinsustancia investigada. Hipnotizados, entre bostezos, los espectadores asisten a la reverberación nihilista de que el mal, en toda su descarnada y aséptica brutalidad, es nada. Reflejados en sus pantallas, onanistas, admiran su repulsiva belleza de Narcisos ante un espejo de fango.

2 comentarios:

  1. Ya lo sé, el filisteismo es una categoría, pero ¿tienes en mente nombre y apellidos? ¿Podrías decir éste, ése y aquél son filisteos? No te pido que los nombres aquí, esto es obvio, sólo un "sí" o un "no". Gracias, Armando.

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    1. "Que vuestro hablar sea sí, sí..." (Mt. 5-37).

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