1/1/17

Una bienvenida peregrina.


Inauguro este blog con dos pretensiones tal vez desmesuradas: convertirme en un discípulo de Léon Bloy y escribir con brevedad. Me adelanto a advertir que fracasaré en ambas tareas. De mi timidez sólo puede esperarse que anote, aquí y allí, alguna glosa a la exégesis de los lugares comunes que nos ahogan cotidianamente. Confío que a quien le pudiera indignar alguno de estos apuntes al vuelo me discipline con ese desprecio tan elegante, por inexistente, que al callar no otorga. Y si a alguien estos comentarios no le desagradan en exceso me sentiré recompensado por su paciencia. No teman mis amables lectores, en cualquier caso. Bloy no se cansó de azuzar, por higiene moral, a los puercos, a los canallas, a los rufianes. De tan rodeados como estamos de insultos, insistir sería un pleonasmo intolerable del que el maestro me habría absuelto. Él, el mendigo ingrato, buscaba lo absoluto sin reparos. Hoy en día estar dispuesto a vislumbrar alguna verdad requiere además hacer de la peregrinación un absoluto. La libertad del nómada es más que nunca una aventura de riesgo. “Mi padre era un arameo errante…”. Lo invoco ahora que empiezo esta peregrinación.


3 comentarios:

  1. Excelente idea. Pero te hará falta mucha menos buena educación, mucha más violencia y, para ejercer como el amigo Léon el arte del insulto, una exasperación y una energía fenomenales ante la estupidez todopoderosa que gobierna cada día más el mundo.

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  2. Tienes razón. Soy consciente de que fracasaré. Al lado de la energía del maestro, ¿puede uno aspirar a no parecer un democristiano, de la escuela de Maritain? El arte del insulto está en horas muy bajas -muy infectas-. El insulto se ha convertido en un vómito decibélico. Haré lo que (mal) pueda. Me consolaría, al menos, saber que, para resaltar mi incapacidad, releemos al Invendible.

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  3. Solamente, para esta peregrinación desenmascarada que empiezas, un recuerdo monástico: "ante todo pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences" (Reg. Ben, pr. 4). Azuza, profeta, como el Espíritu te azuze!

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