9/9/18

Espíritu de superación.


Por su valor pseudorrevolucionario se debe considerar que las máximas neopedagógicas triunfan en tanto que allanan el camino del desastre, siempre que logren retener su mutua y efectiva consumación. Por endósmosis este resultado funciona como el indicador más preciso de las plusvalías que genera la aplicación indiscriminada y aleatoria del principio de no no contradicción. En él cualquier apariencia paradójica se disuelve ante la luz cínica de una eficaz lógica pragmática. En busca de que las palabras no transmitan nada ni literal ni simbólicamente, una de sus principales reglas semánticas consiste en utilizar cualquier término con su significado antónimo. Toda originalidad merece ser vulgar para que brille con más originalidad, sin restricción alguna, cualquier vulgaridad. Una de sus más azucaradas e insalubres insidias irradia mejor que ninguna este fastidio condescendiente. Como si fuese un emasculado sargento de los marines, se exige al maestro que no deje a ningún alumno atrás. Jamás enseñando la exigencia, sólo orientando la autosatisfacción, no se trata de igualar por abajo, sino de esclavizar por arriba. Con su cuartelero desenfreno, materialista y dilapidador, el espíritu de superación rinde así un beneficioso servicio, de primer nuevo orden, a las diversas variantes oligárquicas de la victoriosa plutofrenia.

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