19/10/18

Tod@s somos X.


Del sacro retruécano barroco a la promiscuidad pop de la conversión lógica media la distancia poética entre el Amor de Dios y el demonio del amor. En el patético teatro del mundo filisteo se aplaude a rabiar cualquier perversión cuyas consecuencias puedan satisfacer, vicariamente, la ebriedad sadomasoquista de una muchedumbre enfurecida que se identifica, autoritaria e impune, bajo el pleonasmo eufemístico de la palabra “democracia”. “Love is touch, touch is love” silabeaba lánguido quien imaginaba un mundo sin religión. Sus víctimas reales siguen sin ser sino objetos que satisfacen momentáneamente experiencias alienadas de represiones frustradas y frustraciones reprimidas. Psicópatas, sus deseos, asesinados, son reificados. La catarsis trágica aspiraba a liberar, mediante la compasión y el temor, tales pasiones de la necesidad ciega que arrastraban las acciones humanas. En el espejo de su representación cruzaba por un instante el rayo de la anagnórisis. Indistintos, superpuestos, meras incógnitas en ecuaciones artificiales y descompuestas, sus protagonistas actuales proyectan, mediante el desprecio y la desvergüenza, el caótico tumulto de la agnosis indiscutible. La extensión de sus sofismas debe sufrir una inversión para afirmar la (in)dignidad máxima de su lógica criminal. Si toda víctima es inocente porque yo lo soy, cualquier adversario es culpablemente verdugo.

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