15/1/19

Inclusivo y tolerante.


Tales cualidades indistintas forjan el retorcido carácter del genreman ideal, es decir, híbrido. Con maciza hipocresía ejemplifican el alcance más desvergonzado del principio de no no contradicción. Según las circunstancias, pueden adquirir una tonalidad lingüística, o pronominal o genérica, e incluso, en su versión más aterradora, pragmática. En tanto que inclusiva, su forma excluye. Cuando uno de sus profetas se apodera, en ausencia de referente, de la palabra nosotros, sabes perfectamente que ha dictado, sin posible apelación, sentencia presente contra ti, por ninguna otra razón que la culpabilidad de tu irreductible existencia. Si exige la doblez de género es el paso previo de la uniformidad gráfica, impronunciable, paracientífica, de la cromosómica x o de la digital @. En su invasión de la educación llega a adoptar los más histéricos y fanáticos procedimientos. Faltaría más. Debe prohibir cualquier rasgo de singularidad como expresión del más insoportable elitismo. Somete toda jerarquía a la más confusa disolución. Sólo así puede tolerar el fallo de sus criminales errores. Puesto que la exclusividad de la dignidad humana puede ser abortada de raíz, su empatía le exige, sin eximentes, imponer a sonrisa y fuego la aberrante fatuidad de su normalizado y exclusivo relativismo. Cui non prodest?

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