23/1/19

¡Indignados?


Como infantes malcriados que emiten, guturales y sincopados, los eslóganes redactados con la caligrafía de los váteres universitarios, las tiránicas turbas de nuestras democracias se desplazan, sumisas y enfurruñadas, por las casillas regladas de sus marrulleros juegos sociales. En busca de un posesivo bienestar desvanecido y bajo la apariencia sola de una marea insurrecta, estalla su ahíta vulgaridad -su violencia- contra las trampas trileras que las potestades y las dominaciones mercantiles le han incitado a tenderse. Les enfada con vehemencia, les desaíra el incandescente reflejo de su frenética estupidez. Aunque se niegan a admitir el mecanismo de la estafa, no pueden dejar de replicar sus efímeros trucos de diseño. Su histérico aburrimiento, espectacular, debe continuar. Los politólogos, los tertulianos, las diversas especies de analistas aprovechan entretanto el día parloteando de estrategias y tácticas, de corrientes de opinión y segmentos de población, como jubilados perezosos y campanudos en la terraza mediática de una casino galáctico y desconchado. Oscuramente, con cínica candidez, se recriminan la falta de mérito y de calidad de sus circunstancias. Condescienden con virulenta apatía a retuitear, como un trueno sordo y descreído, la noticia que resuena, fantasmal y codicioso, nuestro indigno destino. Madame se meurt! Europe est morte!

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