Con
delectación rijosa y empalagosa entonación los políticos filisteos, en su
modalidad más grotesca, repiten como loritos, casi como reteniendo el eructo,
este simpático sintagma cuyo uso debe de emerger de traumáticas simas de
estupidez infantil. Suele empleársele para transmitir una falsa sensación
mezclada de eficacia, previsión y astucia. Es de imaginar que quienes lo
expelen, venga o no a cuento, actualizan la casposa admiración tecnocrática de
su niñez sobre la memoria de aquel paisaje emocional que deseamos, sin éxito,
negar vehementemente. Aunque, por anglicismo, se adopte el figurado contenido
semántico de roadmap, la experiencia de
una generación que ha conocido la red de carreteras nacionales, de duración
interminable, mediante excursiones en autocares de línea, cuya refrigeración
consistía en la cortinilla de tergal asomando al viento y el techo de plástico
ligeramente levantado, sólo puede concebir el futuro guiado por un conductor con
gafas de mochuelo y el codo por fuera de la ventanilla gritando: “No se pongan
nerviosos, ¡que estamos llegando!”. Y a los pesados nunca los dejaba en tierra
en medio de un descampado de servicio. Abrumados, para pasar el rato, unos
cantaban Vamos a contar mentiras, tralará
y otros L’estaca. Y así, entretanto,
como siempre, anem fent.
Viene, sin duda, al caso de este (¿indefinible?) día 14...
ResponderEliminarSdos.
AM