Camino
por la calle y tropiezo con el anuncio de una franquicia de flexible
implantología dental donde asoma un joven de amplia y perfecta sonrisa que, con
la garantía de un inflamable premio nacional de educación, expone que “cada
alumno es diferente y mi misión es adaptarme a todos”. El anunciante remacha
que “las cosas importantes se consiguen con
un método que funciona” (sic, la cursiva). En estricta lógica no no contradictoria, no hay otra metodología
que la del caso singular, único y cerrado en sí mismo, particular y no
generalizable. Los medievales definían esta postura como nominalista. No
existen géneros, sólo especies. Sin ironía, cabría deducir que la innovación
pedagógica más luminosa reproduciría, sarcásticamente, la escolástica más
oscura y decadente. Más que un educador, necesitamos un comercial. Más que una
palabra, una sonrisa o su emoticón. ¿Estás satisfecho? Ese es nuestro
compromiso. Desde tantos euros, lo que quieras. Te convertiremos en una mónada
(o en una gónada, tanto da). No existe más capacidad de socialización que la
adulación de tus fantasías. Por un precio, mereces nuestra completa y exclusiva
empatía. ¡Ay de nosotros, si no! La diferencia nos iguala a tod@s: ese es el método que funciona.
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