29/8/17

Libertad de expresión.


Hundámonos más en las cenagosas fronteras entre la lógica y la retórica del nuevo orden que, transgénico, está naciendo entre ciberespasmos. En su nombre los principios sagrados e inviolables de la Tradición deben ser profanados y erradicados en al altar del derecho a la libertad de expresión. Siente que sólo podrá erigir su voz sobre el silencio troyano, humeante, de una cultura cadavérica, embrutecida, milenaria. Su sola memoria es una amenaza intolerable, retrógrada, arraigada en la tierra y en la sangre. Como entre la serpiente y la mujer, la hostilidad perpetua entre ambos debe dar paso a su supresión. Destruirla es estar modelando la nueva (ir)realidad, como un demiurgo enfurecido. El destino del género humano es arrastrarse sobre su culo y comerse los polvos de las orgías programadas por las potestades sanitarias y sancionadas por las dominaciones parlamentarias. Blasfemas hasta la afonía, se preguntan qué es el hombre para que ningún dios tenga derecho a acordarse de él. ¿Qué es el feto humano sino un amasijo de células manipulable, reciclable, horneable? Defectuosa en su fabricación o desgastada por su uso, la máscara humana debe postrarse y adorar la muerte. En sus labios resonará, expresivo, esclavizado, su testamento vital.

2 comentarios:

  1. Un auténtico puñetazo bloyano, redondo y sin fisuras, que, por fin, he logrado entender del todo. Porque mira que eres difícil, Armando... Perfecto.

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  2. Por más bloyano que desee ser, no puedo escapar -ni quiero- a la tradición barroca española, la de Quevedo y Gracián. Me alegro que te haya gustado, Suso. ¡Gracias!

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