Esta
expresión contiene la ambigua relación paralímpica del filisteísmo actual con
la gloria deportiva de la Antigüedad, reciclada en souvenir de consumo masivo. La palma de la victoria es la marca
blanca de nuestro desfondado cretinismo. La tiranía democrática ha decidido que
tanto el primero como el último de cualquier carrera comercial se cuelguen de
su medalla. Lo importante es participar. De acuerdo con el principio de no no contradicción, si es preciso
perseguir la excelencia, la mediocridad debe ser descartada a
conveniencia. En consecuencia, cualquier mediocre es excelente y toda
excelencia debe ser mediocre. Como toda regla, conserva alguna excepción económica:
el fútbol. ¿Es preciso aprender ortografía y gramática? ¡Qué atraso, por
Belcebú! Mientras acentuar correctamente o escandir el ritmo de una frase con
un elegante punto y coma parece atentar contra la botarate creatividad que se
supone a cualquier ocurrencia, raya en lo espartano la vociferante exigencia de
perfeccionar hasta en el más mínimo detalle los automatismos de rondos y rombos y demás ejercicios balompédicos. Desposeído
del laurel, el poeta observa envidioso cómo sólo a labios balbuceantes y roncos
puede uno llevarse hoy el Grial del más inmortal aburrimiento, no por eterno
sino por su indesmayable repetición.
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