Inquietante,
esta muletilla pretende transmitir una falsa sensación de humilde gratitud o de
proba actuación. Suele calzársela en discursos epidícticos o de propaganda.
Encierra o una artera coacción o una inconsciente amenaza. ¿No deberían sentirse
aterrados unos padres si escuchasen al pedagogo empático de la escuela anunciarles
que, en caso de dificultades de convivencia, serán informados inmediatamente, “como
no podía ser de otra manera”? ¿O no buscaría otro trabajo la asalariada
que, por boca del profiláctico director de recursos humanos, recibe la
advertencia de que tendrá derecho a la baja por maternidad, “como no podía ser
de otra manera”? ¿O el ciudadano corriente no desconfiará si el engolado ministro
de turno, “como no podía ser de otra manera”, garantiza públicamente que sus derechos básicos no quedarán comprometidos por una huelga de trenes, una
manifestación anarquista o un experimento nuclear? La habilidad consiste en
colar de rondón el latiguillo, con aire de despreocupada seriedad, como si
resultase innecesario, con la simple función de tranquilizar los escrúpulos maníacos o fóbicos de sus interlocutores. Como el quinqui de
nuestra infancia, persiguiéndote con cuchillo en mano, su emisor nos increpa amistosamente: “¡No corras!, que no te
voy a hacer nada”. Per speculum, sine aenigmitate.
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