13/4/19

Luchar por la paz.


Entre los pomposos valores que el neofilisteísmo se empeña en descapitalizar con chamarilera sonrisa ocupa un rango de honor el prostituido concepto de la paz. Aniquilado por aristocrático cualquier principio, se hace preciso instaurar la tiranía de los buenos sentimientos capaces de someter cualquier principado de paz al terror de la armonía universal. Sus más estrictos devotos invocan, como mantras sublimes, cuatro lugares comunes saqueados a Kant con la voz en falsete de John Lennon. O peor aún. Tatarean los estribillos del escarabajo pop bajo la indiscutida autoridad del relojero ilustrado. Bajo el efecto de una alucinación inducida, legislan y ejecutan la disolución de cualquier diferencia con el exacto y disciplinado reconocimiento de cuanta excepción pueda fantasearse. Al ser nombrada cada una de sus delirantes variedades, de inmediato es clasificada y sancionada debidamente en la taxonomía de la nueva Creación que está abortando el Arca de Mammón. Sellada en las frentes de sus súbditos por el signo de un nuevo arco iris, la paz perpetua consolidará la guerra sin cuartel, ecológica y epicena, contra quienes se atrevan tan siquiera a abstenerse de rendirle culto. Se les exigirá retractarse adorando blasfemas palomas mientras batan ramos de olivo. Give peace a chance!

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